Cuando era una niña, mi felicidad consistía en tomar una cuchara de té y pedirle a mi mamá la rebosara con manjar para luego furtívamente degustar el rico sabor hasta que la ovalada cavidad del utensilio metálico dejara esbozar mi reflejo en él.
Ojalá ahora, de igual forma , pudiera disfrutar de las simplicidades que entrega la vida. Pero hablo de un disfrute verdadero, no del que nos encontramos en todas esas biografías de twitter o tumblr en las que cabras shupers/hipsters hacen referencia a este punto solo porque pretenden ser la versión chilensis de Amelie, mas escarbando solo un tanto en sus vidas es posible retratar la enorme brecha que existe entre su modo de vivir y el de la flacucha mesera proveniente de Francia.
"Disfrutemos de las cosas simples de la vida y sáquemonos fotos con nuestros vestidos Zara"
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