Para llegar donde mi Tata Pancho había que cruzar el Barros Luco completo, doblar por una calle que parecía túnel y correr para que no te atropellaran los autos que andaban por Santa Rosa sin respetar los semáforos.
Fue un día de mayo, en uno de esos tramos, cuando recordé que en artes manuales nos habían pedido un cono de toalla nova para hacer un regalo del día de la madre. Muy relajada me dispuse a preguntarle a mi mamá si creía que mi tata podía tener uno, lo que no anticipé es que una naciente dislexia me jugaría una pésima pasada:
- Mamá, ¿mi tata tendrá toallas higiénicas? dije, justo en el momento en que un grupo de escolares, todos hombres, pasaba por nuestro lado. ¡NOVA, NOVA, NOVA! grité de inmediato tratando de corregir mi error, pero las risas de los adolescentes me advertían que ya era demasiado tarde para intentar cualquier cosa.
Mientras aún oía sus muestras de júbilo tras de mí, (parece que era lo más gracioso que les había pasado hace mucho), sentí como la cara me hervía de vergüenza, y entonces, un pensamiento cristalizó todo ese montón de emociones: "esta debe ser la mayor humillación de mi vida".
Desde ese momento, cada vez que me pasa algo realmente estúpido esa frase viene a mi mente como un mantra, esperando que sea la última vez en que deba decirlo. Porque esa vez tenía solo once años y no sabía nada, absolutamente nada, sobre lo ridículo que es ser un humano.
Un recuerdo recurrente cuando se habla de "la peor humillación de mi vida" fue cuando tenía entre 12 y 14 años, frente a un posible idiota que pudo haberme gustado y al que yo sabía que le "llamaba la atención" --> primo de mi mejor amiga de barrio. Era de noche y el grupo de cabras con el que me juntaba, decidió (no muy consensuadamente te diré) que sería super entretenido llamarlo para que yo hablara con él. El hecho es que, lo llamaron y mientras yo hacía lo imposible por mantener a raya una enorme maraña de nervios en mi garganta, nos juntamos (las 5) con él. Entre risa y risa, no debieron pasar más de 10 minutos en los que no dije nada, cuando el grupo de taradas que se hacían llamar amigas mías se viraron a unos 10 metros más allá para "dejarnos solos".
ResponderEliminarEl momento más humillante de mi vida comenzó cuando, luego de mirar los ojos aburridos y fastidiados de (wow! no recuerdo su nombre, pero recuerdo que la Thiare le decía "el pelao" a su primo) este compadre, la maraña de nervios estalló en mi lengua y rompiendo el filtro de mis pensamientos, haciendo que una ecatombe de preguntas y complejos manaran por mi boca.... y haciendo que el mundo las escuchara: ¡¡¡qué le digo, qué le digo!!!. era un venado frente a un auto, una actriz que había olvidado su dialogo y que en definitiva, nunca se había visto en esa situación por lo que no tenía idea cómo improvisar algo.
¡Nah más que decir! roja, el tipo se molestó y se viró, y el grupo de suripantas desgraciadas se rió de mi por mucho tiempo, aun cuando yo las seguía considerando "mis amigas" ¡Grupo de estúpidas!
Yubi, el ser humano es muy ridículo.... pero nadie muere de verguenza (a menos que seas japonés y estés obligado a suicidarte con un cuchillo en el vientre estilo Madame Butterfly)... así que si en estos 24 añotes haz sufrido verguenzas horribles y haz gozado de las humillaciones de otros.... imagina de cuántas otras serás protagonista o testigo.
Es casi motivante querer saberlo!!!!
Saludos