Recuerdo a Janis Pope frente a un espejo recitando: “he aquí
mi secreto, que no puede ser más sencillo. Solo se puede ver bien con el
corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. La Janis venía recién saliendo
del reality y le habían hecho una nota en Primer Plano. A mí la frase me
pareció de lo más bacán y por mucho tiempo atribuí a ella la autoría; tenía 13
y nunca había leído El Principito. Lo leí más tarde como a los 17, lo releí
ahora a los 25. Supongo que de todos los aprontes al libro este ha sido el más
significativo, por el momento de la vida en que me encuentra.
A veces se nos olvida cuál es el sentido de todo esto, nos preocupamos
en exceso por problemas cuyas soluciones complejizamos por miedo a perder algo
que sabemos seguro. Por miedo a sentir, porque sentir es primitivo y está mal, lo que tenemos
que hacer es pensar, y pensando, pensando, nos comienza a abrumar el futuro, y sentimos cómo un ojo nos empieza a tiritar,
con tanta fuerza, que dejamos de ver serpientes boas y empezamos a ver los
sombreros.
Nos tomamos la vida en serio
y automáticamente nos volvemos adultos de la forma en que no deseamos
hacerlo cuando somos brocas.
Con el corazón se ve distinto, se decide
distinto, es más complicado, pero a la larga resulta más sincero, porque no
cabe el engaño, y a veces, incluso, puede que le achuntís.
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